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jueves, 8 de agosto de 2013

PARADIGMA DE LA VIDA







     
Durante años he intentado amar la vida incondicionalmente, desde el punto de vista de enfermos terminales, de directores cineastas y escritores carpeteros que se reflejan en sus personajes desamparados y mendigos con un sentimiento férreo a la belleza de la vida. Así decía Miguel Ángel : "Dime, oh Dios, si mis ojos, realmente, la fiel verdad de la belleza miran; o si es que la belleza está en mi mente, y mis ojos la ven doquier que giran". Miles de argumentos melodramáticos que hablan sobre viajes de personas que vista a su precoz final deciden hacer el último viaje de sus vidas, el viaje que les mostrará la belleza oculta de la vida que nunca se ha dejado ver. Lejos de mis propias experiencias en la vida estos argumentos siempre han quedado en simples tramas de películas que nos hacen si acaso pensar en las cosas que no son valoradas en lo cotidiano, pero que al pasar apenas un tiempo se esfuman con el estrés, la presión, decepciones, tragedias, malas noticias y un sin fin de experiencias que vividas por uno mismo o retransmitidas por conocidos, telediarios y prensa diaria nos hacen olvidarnos de esos cineastas, pintores, músicos y románticos enamorados de la vida. Nos perdemos de tal manera en sensaciones amargas que incluso pueden llevar a ahogarnos y no volver a ver la parte dulce de nuestra trayectoria. Un duelo no es algo que simplemente pase porque tiene que pasar, es un hecho de la vida que unos hijos perderán a sus padres algún día , o que una esposa perderá a su marido en la vejez, pero lo que ocurre según desde mi punto de vista y en este caso si me baso en vivencias personales, es lo siguiente: lo bello de la vida, su parte dulce, es tan difícil de saborear que normalmente desde que nacemos son otras personas las que nos la enseñan, la parte amarga a la que estamos expuestos de forma vulnerable diariamente queda disminuida en momentos de cariño, palabras de ánimo, alientos de esperanza y susurros bellos de aquellos que nos enseñan que la vida es algo más que caerse. Por mucho que uno aprenda esto por si mismo, es imposible no necesitar a estas personas en nuestra vida para no dejarnos vencer por su amargura. Cuando un día sin previo aviso una de estas personas desaparecen de tu vida, pierdes tu caleidoscopio, de pronto has perdido tu instrumento que le daba forma y color a tu vida, que le otorgaba a la vida su belleza. La muerte, como algo natural programado o como una lotería infernal, es lo más funesto de la vida. En este punto se llega a la clave de la cuestión. Lo bello es efímero, nada permanente es belleza, es una propiedad de todo aquello que es precioso que no podemos elegir, "cosa bella mortal, pasa y no dura". La vida bella en si misma tiene por obligación en su condición una parte funesta, amarga y triste. Así es como llegue a sacar mi propia conclusión, el paradigma de la vida, amada y odiada al mismo tiempo, belleza cruel, dulce y amarga. El gozo y la pena , condiciones básicas del ser humano, la vida lejos de ser amada es dulcemente odiada por muchos y lejos de ser odiada es engañosamente amada por pocos

Erróneas ambas posturas, la vida tiene que ser una gran obra griega, trágica y bella.







Sonia G.P

 
 


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